-> website en proceso
Yo florencio no es Un solo de danza. Tampoco es un relato autobiográfico y mucho menos un retrato de alguien inventado. ¡No se me ocurriría! Es danza, eso sí. Pero tampoco es solo Una. El Yo marca una unidad, pero siempre engañosa, nunca creíble. En todo caso, es una singularidad cualsea. Florencio es un nombre, pero aquí también ES verbo. (Aunque en este baile no os fies del verbo SER). Florenciar. Yo florencio. Tú florencias. Ella florencia. Solo es posible florenciar desde varios lugares de mira. Es una lectura contrastada de múltiples gestos, bailes y corporalidades. Es cierto que el lugar de enunciación es uno, Un cuerpo cualsea, pero de verdad os digo, nada fiable, siempre fugitivo. Ensayar este baile-sin-terminar es florenciar entre unas que han sido y este que viene siendo. El resto está por venir. Ensayar es repetir pero diferente. Florenciar es casi como diferenciar. Es un baile de mímica, pero no mimo nada. No digo nada, no represento nada. Un mimo que no mima. Bailo solo-con y muevo las manos. Voilà. Pero aquí bailar es florenciar. Entonces todo es nacer. Florenciar también es torsionar los contornos para multiplicar el sentido. El cuerpo es un texto discutible. Sin embargo, todo es significante, no hay significado. Aunque aquí la forma es contenido. Yo florencio es un proyecto de baile, de bailar, sin más. Bastante superficial. Es también un manifiesto. Yo manifiesto que soy bailarínrín-mimo-contorsionista y que bailo. Así es. Punto final...